
Todos pasamos muchas horas diarias trabajando, de lo cual depende nuestra subsistencia y nuestra calidad de vida personal y familiar. La inteligencia emocional te ayuda a encontrarte mejor y sacar el máximo partido a tus habilidades y talentos. Aplicar al día a día algunos preceptos básicos de la inteligencia emocional te permitirá conseguir mejores resultados y sentirte mucho más feliz.
Pero, ¿qué atributos de inteligencia emocional tienes que desarrollar en tu vida laboral para optimizarla? Te presentamos a continuación un decálogo muy positivo:
- Escucha personal: impulsa un diálogo interior permanente y productivo contigo mismo, a partir del cual empieces a tener muy claro qué buscas, qué te satisface, qué te inquieta y qué te genera estrés o ansiedad. Y, cuando llegues a tu casa después de la jornada laboral, desconecta y dedícate tiempo para estar mejor, haciendo aquello que te encanta y te relaja.
- Comunicación abierta: tienes que ser capaz de transmitir a los demás, con precisión, oportunidad y claridad, tus pensamientos, sentimientos y objetivos.
- Escucha activa: no se trata de oír lo que dicen los demás, sino de comprenderlos. Para ello debes escucharles con los oídos, pero también con los ojos y con el corazón. Tienes que intentar entender lo que cuentan, desde luego, pero también lo que callan o no saben expresar. Para ello, además de percibir sus palabras y los matices de su voz, debes aprender a interpretar su lenguaje corporal, el cual suele reflejar las emociones e inquietudes de tus interlocutores.
- Asertividad: supone defender tus puntos de vista, enfoques y planteamientos sin despreciar los de los otros, potenciando al máximo una comunicación enriquecedora.
- Tolerancia y talante positivo: no se trata de aceptar y callar ante las cosas que ocurren, sino de intentar reaccionar con equilibrio, sin caer en el victimismo ni en una actitud defensiva cuando alguien realiza un comentario o una acción desagradable para ti. Pregúntate por qué y actúa en consecuencia sin prejuzgar ni condenar de antemano.
- Enfréntate a los hechos: acumular pequeñas insatisfacciones o conflictos no resueltos es un camino directo hacia el malestar general y la ansiedad. Habla las cosas con asertividad, salvo que una vez analizado con calma lo ocurrido entiendas que no tiene suficiente importancia: en ese caso, déjalo pasar y olvídate de ello para siempre. ¡Ya lo has superado!
- Sé creativo y aporta soluciones: céntrate en las soluciones, nunca en el problema. Aprende a ver las cosas viejas con ojos nuevos, desarrollando alternativas que permiten alcanzar los objetivos individuales o globales superando los obstáculos.
- Elévate para mirar las cosas desde arriba: conseguir una visión alejada te permite disfrutar de una visión global. Intenta analizar los hechos desde distintos puntos de vista, alejándote del tuyo. De este modo es más sencillo encontrar esa alternativa creativa que resuelve las dificultades.
- Exprime las críticas: defender tu trabajo no significa blindarte a las opiniones ajenas, evitarlas o ignorarlas. Antes al contrario, puedes aprender muchísimo de las convicciones ajenas. Aprende a distinguir una crítica malintencionada o personal de una crítica constructiva: aclara con las personas que las han realizado las primeras, y profundiza en las segundas para sacarles todo el jugo.
- Actúa en positivo: evita las conductas negativas y los comentarios perniciosos de los demás, no entres al trapo, utiliza el humor o no les sigas el rollo cuando se sucedan estas situaciones. La negatividad no crea; lo positivo produce resultados.
Definitivamente, aplicar poquito a poco estos principios te ayudará a sentirte mejor en tu trabajo y a ser mejor profesional. ¡Anímate a intentarlo!
